Friday, January 3, 2020

Kalliópê

Aedos memorables sin merecer tierra aún reclaman,
vasta osadía presente la que me aguarda en cualquier hazaña,
no es la memoria que llena si no la inspiración del alma,
permanente reflejo invocado,
conservado atributo bajo el romance de Ausonio.

Estro argénteo que por ti muero prendada de amor tus cantos fueron,
alimentando oídos ajenos en la tierra de Heracles,
deleites del mundo entero
te atribuyen la maternidad de Himeneo como la del Rey Reso;
palabra eres lista dispuesta a merecer tregua, igual la flor a la primavera.

Figura augusta,
poderosa elocuencia que reclaman los reyes por la falta de su perenne facundia,
la que al decir que poder debes,
por escucharte el pueblo enloquece.

Fábula, que hasta la tierra canta bajo tus pies,
bajo el blanco manto de la bella sensatez,
de la memoria hija eres y de mis labios una cosa a la vez,
épica a mi forma a mi revés.

No encuentra la muerte guarida al mantenerte erguida sobre el pergamino y la tabla escrita,
fruta de la gloria,
madre de los justos caballeros, inspiración para el don poeta y de la mancha que cabalga en su peña.

A mis bardos hermanos dales de beber noches soleadas,
días difuntos, donde volverse arrullos puedan,
rosadas alas otoñales que enamoren los ladrones del amanecer;
la sombra cobija el sereno verso de amor que puedan tener, esos celos, malditos celos de tormento esos que te amaron como ningún otro.

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