Sentado en la orilla de la taza,
para ver la manaña como toma café;
despertar a las cuatro menos diez,
para oler las nubes, cielo naranja.
Travesía de letras, palabras livianas,
escribirte en celo, sé que piensa en mí,
huyo sin escaparme, no encuentro los números;
tampoco acentos, comas y los etcéteras.
Palabras al cuadrado, cubos, ángulos en la esquina;
noches sin ombligo con cosas por decir,
canciones sin escribir, cuentos sin vivir,
nunca me aburro de pensarte.
Costura con estilo, moda a la vanguardia, con porte;
siguen siendo las siete cuarenta cinco, y sigo aquí;
vulnerable, sentado al revés en la misma orilla, con la taza medio vacía;
ya no está caliente, sumergí los pies.
Domingos de verbo, con mucho garbo, los que le gusta verme bailar,
enredado en garabato, te sigo pensando queriéndote besar y besar y besar...
escaparnos, volver sin comenzar, como lo hicieron Wendy y Pedro Pan,
allá en otro continente, hasta bajo el mar, te regalo mis escamas.
Ocho con trece, temperatura al margen, aire templado;
vibra un ritmo después de mi pecho, alevosía prematura que provocas,
atento al zumbido, el silencio se traga un lento quejido;
te veo llegar, hermoso, eres mi poema con otro soneto.
Diez menos diez, igual a cero, el que rompe parámetros;
liberando esquemas, encontrando tesoros,
cosas que te había dicho antes de nacer,
vidas que quizás fueron contigo.
Sigues tórrido, entrando y saliendo cuando quieres,
saturado, salino con gracia;
eres frase de pulpa viscosa que caldeas la vía láctea,
te exhibes perverso, mostrando todo el extremo perfecto de ti.
El alba después huele a hierba reciente, a memorias;
turbio novato por tratar de desvariar las horas,
las cincuenta y cuatro de cualquier momento, de cualquier día,
recordándote sin querer sigo, todavía sentado en este círculo.
No comments:
Post a Comment